jueves, 4 de febrero de 2010

good night yard birds

profundidad: cientos de miles de centimetros de abismo hacia el nucleo. (el nucleo estalla, al rato el silencio de un hombre llega)
longitud: unos cuantos metros de piel seca de besos, tibia de briznas de placeres pasados que pasan
anchura: la mirada astillada, la hierba de la infancia como mugre entre los dedos de los pies.

hace un tiempo mas bien minusculo (considerando el alcance de los lentes, nuevos ojos) le dije a una mujer que asi estuvieramos en una ciudad de mil o dos habitantes, las luces, el bochorno, y las corrientes sin destino, eran inconcebibles, despreciables, porconas; pero que ella era un ponque, pero un ponque complicado, entonces no la quise querer, y no la quise, y me fui a la ubicuidad de los grillos y a la furia libre del rio. no me importa la ciudad, no me importan los espacios vacios, ni el tiempo que no se detiene; no aprendo la ortografia pero e aprendido a que me importen las cosas mas alla del baruyo o la paz de mi conciencia. no conoci un ponque ( que ademas dan indigestion), conoci una school girl que brilla como el good morning de un buen blues, y me gusta eso mas que las pastas, mas que hemingway, mas que el cine, mas que los lagos y hasta mas que el buen blues.

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